Los musulmanes o moros (del latín, maurus=oscuro),
personas pertenecientes a la religión islámica,
invadieron la Península Ibérica, a la que llamaron Al-Andalus, en el año 711,
al mando del general Tarq, con aproximadamente 20.000 hombres, durante el
reinado del rey visigodo Roderick. Sólo el norte montañoso continuó en poder de
los españoles.
En ese año, los árabes ya dominaban toda la costa oeste de África y otros ejércitos habían invadido el Asia Menor y las islas griegas, poniendo en peligro a Constantinopla.
Algunos historiadores cuestionan la versión oficial según la cual el Islam se implantó violentamente en la península, después de esta invasión árabe, en el año 711. Argumentan que el Islam ni se impuso ni era ajeno a los hispanos, que lo abrazaron libre y mayoritariamente. En su opinión, la imposición musulmana no fue tal. Se trató de una "conspiración" promovida por la Iglesia con objeto de encubrir su derrota ante los cristianos unitarios, seguidores del arrianismo que predicó Prisciliano.
¿Ocurrió la historia
tal y como nos la han contado? ¿Es posible que, en el siglo VIII de nuestra
era, un ejército musulmán cruzara el estrecho de Gibraltar, derrotara a las
tropas visigodas y avanzara victorioso hasta el punto de llegar a someter a
casi todo el territorio peninsular? ¿Un puñado de bereberes pudo someter a 20
millones de hispanos durante varios siglos? En contra de esta hipótesis tenemos
el hecho de que los documentos de la época no contienen referencias a aquella
terrible invasión que, de ser cierta, habría supuesto para los peninsulares
todos los males imaginables. Las primeras noticias no aparecen hasta las
crónicas latinas y musulmanas del siglo IX, a seis generaciones (ciento
cincuenta años) de los hechos que se relatan, cuando el Islam estaba ya
firmemente arraigado en la península.
Algunos investigadores, tras
comprobar que los musulmanes (moros) atribuían a sus correligionarios victorias
imposibles y que los cristianos omitían consignar cualquier aspecto de lo que
estaba sucediendo en su suelo, concluyen que el mito ha pervivido, contra toda
lógica, porque ha interesado mantenerlo. Entre los musulmanes, porque les
proporcionaba una pátina de gloria; entre los cristianos ortodoxos, porque
encubría ante su propio pueblo lo que en realidad fue un fracaso social y
religioso.
Los conquistadores musulmanes también contaron
con el apoyo de parte de la población judía, muy numerosa en la Bética,
en la Galia
Narbonense y en toda
la cuenca mediterránea. Estaba presente principalmente en los centros urbanos,
destacando, entre otras, las comunidades de Narbona, Tarragona, Sagunto, Elche, Lucena, Elvira,Córdoba, Mérida, Zaragoza, Sevilla, Málaga y de la capital, Toledo.
La ayuda que los judíos prestaron a los conquistadores se
debió a que aquellos, en su mayoría conversos forzados pero fingidos, eran
reiteradamente hostigados por la legislación visigoda (con algunas excepciones,
como bajo los reyes Witerico y Suintila,
y contra el criterio de obispos como el cartagenero San Isidoro,
obispo de Sevilla, que los defendía). Y sabían, por lo que había ocurrido en el norte de África, que mejoraría su situación al
recibir de los gobernantes musulmanes el mismo estatus que la población
cristiana. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los judíos habían sido
esclavizados bajo el reinado de Égica (excepto los de la Narbonense,
con la excusa de que la provincia aún no se había repuesto de la última
epidemia de peste), bajo la acusación de que conspiraban contra el rey con los
musulmanes del norte de África. Estos ya habían realizado
algunas incursiones en la península, por lo que suscitaba miedo una posible
colaboración con ellos para una futura conquista.
Al-Andalus, la España musulmana, no fue al
principio independiente, sino una provincia que pertenecía al Califato
oriental. Los nuevos dominadores fijaron su centro político en Córdoba, sede
del emir que gobernaba bajo la jurisdicción del califa. En 756, el Califato de
Córdoba fue proclamado soberano e independiente, y a partir de esta fecha hasta
961, bajo los califas cordobeses Abderramán II y Abderramán III, Al-Andalus
conoció un período de máxima prosperidad e intenso florecimiento cultural y
espiritual, Córdoba convirtiéndose en la capital de la cultura europea, con sus
famosas bibliotecas, sus palacios suntuosos, sus magníficas mezquitas (la
mezquita es el edificio capital de la arquitectura árabe dedicado al culto
religioso). Después de esta época de esplendor y grandeza, el Califato es
abolido a principios del siglo IX y la España árabe desaparece como unidad
política dividiéndose entre las principales ciudades, en pequeños reinos
desunidos llamados taifas. A
pesar de sus debilidades, los reinos de taifa alcanzaron verdaderas cimas en su
desarrollo cultural, especialmente en literatura, artes y ciencias, hasta la caída de Granada, el último
reino árabe de España, en
1492.
Los árabes permanecieron en España casi ocho siglos,
alternando períodos en que guerreaban con los hispanos con otros en que
convivieron pacíficamente con la población conquistada. Estos largos siglos de
vida en común tuvieron fundamental importancia para la historia de
la península, ejerciendo una profunda influencia en el carácter nacional
español, en la cultura, principalmente en artes plásticas y
en literatura, en la economía y en numerosas manifestaciones del saber humano.
En literatura, de la simbiosis cultural entre el mundo oriental y
occidental surgieron las formas literarias llamadas moaxajas, composiciones que unían
cancioncillas en la lengua romance, llamadas jarchas, a la poesía en árabe clásico.
En
conclusión, la España árabe, llena de vida y originalidad, se caracteriza
por su riqueza material y espiritual, por una intensa y espléndida
actividad creadora, que prepara las grandes realizaciones de la España futura.
Cabe señalar además que numerosos logros económicos, comerciales,
científicos, espirituales y artísticos se transmitieron mediante la España mora
a la Europa cristiana, en cultura por ejemplo filtrándose hacia la filosofía
escolástica, hacia el arte románico, hacia la poesía lírica de los trovadores.
BIBLIOGRAFIA
https://prezi.com/siimrrkvemqm/diferencias-entre-cristianos-musulmanes-y-judios/
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